El día que la patronal francesa robó a los trabajadores

20.05.2013

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Hoy es lunes; fiesta de Pentecostés; cincuenta días tras la resurección del ciudadano Jesús de Natzaret, hijo de un humilde carpintero y una honrada prostituta.
En Pentecostés, los trabajadores de muchos países europeos celebramos el día en el que Espíritu Santo descendió de los cielos, se posó sobre las cabezas de los apóstoles y, tomando una forma de lengua de fuego, les otorgó el nivel C de todas las lenguas del mundo.

O no. Pero, en cualquier caso, Pentecostés es festivo. Los países suelen tener días festivos para honrar grandes hitos como la derrota fascista en la II Guerra Mundial, la firma de una Constitución, la conquista de la jornada de 8 horas o éste que nos ocupa: que doce tipos se volvieron políglotas de la noche a la mañana. Desde luego, es algo para celebrar. O como mínimo para estudiar.

O no. Pero, en cualquier caso, Pentecostés es festivo. Y a mi me gustaría que la Iglesia, apoyada en tradiciones de la Edad Media Alta, no tuviera ningún poder en cómo repartimos los curritos nuestro tiempo de ocio. Pero lo tiene. Y no por ser una fiesta religiosa vamos a renegar de una jornada de descanso. Ni cristianos, ni gilipollas.

O no. Pero, en cualquier caso, Pentecostés es festivo. Y las vacaciones remuneradas no nos la trajo el Espíritu Santo –que suficiente faena tenía–, sino el movimiento obrero internacional. Los sindicatos de clase, los partidos de clase y, especialmente, las revoluciones de clase.

Y uno se encariña con sus vacaciones.

Que son jornadas remuneradas, porque antes no se cobraban. Y esas jornadas de descanso uno las emplea como le parece. El 25 de diciembre los pasa con la familia, el 1 de mayo con los camaradas, y en la Pascua de Pentecostés con quien le venga en gana.

Esto, en Francia, era así hasta 2004, el año en el que la patronal y el gobierno francés se volvieron solidarios. Un año antes, una ola de calor sacudió Europa. En Francia se cobró unos 10.000 muertos, especialmente personas mayores con un estado de salud frágil. Repentinamente conmovido por la situación de los jubilados, el gobierno de Chirac propuso que se dedicarían 5.000 millones anuales para las personas mayores dependientes o minusválidas. Pero los 5.000 millones no se sacarían de impuestos progresivos: se decretaba el Lunes de Pentecostés como el día anual del trabajo gratuito. En un principio, la jornada fue voluntaria.

Los empresarios, por otro lado, se llevan la mejor parte. Para recaudar el dinero necesario, las empresas pagan un 0.3% extra de las cotizaciones sociales correspondientes a esa jornada. Para recuperar ese 0.3%, sería suficiente con media jornada laboral. Sin embargo, con la jornada completa, las empresas pueden además endilgarse un beneficio extra. La patronal francesa haciendo el egipcio.

Pero el Lunes de Pentecostés de 2005, los franceses fueron a la huelga.

Así que ante la falta de sensibilidad de sus ciudadanos, el gobierno propuso una modificación a la ley original para hacer la jornada obligatoria, y dando libertad a los empresarios para decidir el día y la forma que mejor les convenía para esa jornada. Este es un extracto del cínico preámbulo:

La Ley 626/2004, de 30 de junio, de solidaridad con respecto a la autonomía de las personas de la tercera edad y de discapacitados tenía como noble ambición la supresión de un día festivo, el lunes de Pentecostés, con el objetivo de disponer de los recursos complementarios destinados a estas dos categorías de beneficiarios de la Seguridad Social. Anunciada inmediatamente después de los dramáticos acontecimientos acaecidos tras la canícula del verano de 2003, la creación de dicha jornada de solidaridad ha estado impregnada desde su origen de una importante fuerza simbólica.

No obstante, este carácter fraternal y solidario se ha sometido a duras pruebas, contrariamente a lo que sucedió en Alemania, donde una iniciativa similar llevada a cabo en 1994 no suscitó determinados problemas. En Francia, estas siete horas de trabajo anual complementario han sido objeto de críticas injustas y de numerosas manifestaciones cargadas de mala voluntad y egoísmo categórico en el mundo del trabajo. El 16 de mayo de 2005 tuvieron lugar importantes movimientos sociales en el sector público con el objetivo de suprimirla.

Esta situación toma un cáliz tanto más singular y lamentable cuanto que el sistema de protección social tiene sus fundamentos en la Liberación sobre el principio de solidaridad. En cualquier caso, la duración de la jornada laboral en Francia se sitúa en un nivel inferior al de casi la totalidad de países industrializados. Por tanto, la legitimidad de un esfuerzo complementario destinado a las personas de la tercera edad y discapacitados no debería ser discutida.

Así, con esta nueva modificación, la explotación era obligada pero más discreta: desde entonces, muchas empresas, como la mía, aplican este lunes como festivo y nos lo descuentan automáticamente de nuestras vacaciones. Es como si te quitaran un día de vacaciones por no trabajar un domingo.

Pero en cualquier caso, Pentecostés es festivo. O no.