Memorias marxistas de Los Chikos del Maíz y otras excentricidades pop

24.02.2013

Un extracto del próximo libro de Nega (Los Chikos del Maíz)  "Memorias Marxistas de Los Chikos del Maíz y otras excentricidades pop (o cómo hacer pedagogía punk-rocker)" (vía Arantxa Romano):

"Como en el 99% de las veces los pobres no consiguen hacerse ricos, aparentan serlo: se endeudan para parecer rico. Se compran una tele de plasma, unos pantalones Levis y un Ipad última generación para que todo el mundo vea que en realidad no son pobres. Pero sólo se engañan a sí mismos. Cuando eres pobre y aparentas ser rico o aspiras a ser rico, en tu puta quijotera se produce un fenómeno químico que hace que 'de verdad' te creas rico, en consecuencia terminas defendiendo los intereses de los ricos. Es lo que Marx teorizó como falsa conciencia o alienación. Para que el sistema se sostenga —teniendo en cuenta que hay muchos más pobres que ricos— tiene que haber un consenso. Es lo que Antonio Gramsci teorizó con el concepto hegemonía: los ricos perpetúan ese orden social que les beneficia cuando hacen creer a los pobres que sus intereses particulares son en realidad intereses generales ya que, obviamente, si los pobres se percataran de la jugada Amancio Ortega estaría ahora descuartizado en la puerta de un Zara. Pongamos un ejemplo práctico. Si sale Rajoy diciendo que hay que rescatar a los bancos porque si se hunden el sistema entero colapsaría y tú (y muchos como tú) asientes y dices sí, que es necesario rescatar a las entidades bancarias en aras del bien común y no intentas quemar un banco o quemar a Rajoy, existe hegemonía: te cuelan un interés particular como si fuera un interés general. Normalmente es difícil que la gente se trague estos cuentos que no se sostienen. ¿Cómo se llega a esto? ¿Cómo se hace para que los pobres no cuelguen a Rajoy en la Puerta del Sol? Para que te tragues el cuento se inventaron los medios de comunicación de masas.

En terminología marxista está la estructura, todo aquello que se puede cuantificar matemáticamente: economía, saldos, balances, producción... Pero más arriba, relacionada con lo inmaterial y la conciencia está la superestructura, mucho más difícil de medir y acotar; el arte, el cine, la psicología de masas, la televisión, la publicidad, la opinión pública y otros generadores de ideología e imaginarios colectivos. En el capitalismo líquido estructura y superestructura se funden hasta difuminarse: ya no vale con que produzcas 500 tornillos o sirvas 20 mesas, ahora quieren que además ames tu trabajo y en tu casa (en tu tiempo libre) pienses cómo servir más mesas y fabricar más tornillos. Para ello te venden la idea de que la empresa no es tal sino una gran comunidad de capullos sonrientes y felices. ¡Piensa en positivo! ¡Toma la iniciativa! ¡Hazte autónomo! ¡Sonríe! Y arruínate claro y quédate sin prestaciones.

Podemos cuantificar que se han producido 1.000 botes de Heineken y se han vendido 800 eso lo sabemos pero, ¿cuántos se han vendido porque la anuncia Brad Pitt? ¿Cuántos compraron Heineken porque piensan que bebiendo Heineken tendrán los abdominales de Brad Pitt o follarán con una chica como Angelina Jolie? ¿Exagero? Si exagerara Brad Pitt no cobraría tres millones de euros por poner su jeta en Heineken. No sabemos cuántos pero seguro que muchos. Si pueden hacerte beber una cerveza que sabe a culo porque la anuncia Brad Pitt, imagina lo que pueden hacer a nivel global. Publicidad, medios de comunicación, televisión, programas basura, cine... ofreciendo el mismo discurso unidimensional. Entonces un día sale Rajoy y dice que hay que rescatar a la banca en aras del bien común. ¿Por qué no se le cortan las pelotas? Porque mucha gente lo cree firmemente. Existe consenso. El gobernante tiene el beneplácito de los gobernados. Y ese consenso se produce gracias al bombardeo mediático: El País, El Mundo, La Razón, Telecinco, Antena 3 te dicen día y noche y a todas las horas y en todos los canales que sí, que si no cumplimos con Europa y rescatamos a los bancos será el apocalipsis. El mecanismo funciona y todos piensan así. En general a las personas no les gusta llevar la contraria a la mayoría (bueno cuatro locos antisitema protestan pero el sistema puede asumir esas minúsculas protestas perfectamente). Este proceso en el que todos piensan igual y el individuo tiene miedo a discrepar por no sentirse señalado, marginado o fuera del grupo, se conoce como Espiral de Silencio".