Contra la Economía del Bien Común

10.12.2012

idealismo:

Antigua corriente filosófica. El idealismo afirma que el fundamento último de la realidad es "la Idea", "Dios" o "El Espíritu". En última instancia, implica una visión contemplativa del universo.</p>

reformismo:

Corriente política que busca parches y remiendos para el capitalismo, reclamando reformas y migajas para el trabajador, pero sin cuestionar al sistema en su conjunto. Combate los efectos "no deseados" del sistema, no sus causas. Propone cambios graduales. Rechaza la confrontación con el poder. Limita la lucha a lo inmediato y puntual, sin apuntar a la totalidad.

Últimamente se le está dando cierta cancha mediática a lo que sus creadores han dado en llamar "Economía del Bien Común". La EBC es un concepto ideado por un economista y un grupo de empresarios austríacos que trata de conseguir mercados más "justos" a base de darle al consumidor información cuantitativa sobre el comportamiento social de esa empresa (niveles de explotación a los trabajadores, agresión medioambiental, etc). El modelo supone que, con esta información, el consumidor actuará "bien" y preferirá aquellos productos con altas puntuaciones antes que aquellos que tienen bajas puntuaciones o que ni siquiera están puntuados (porque la empresa no ha querido entrar en el modelo EBC).

Aunque el modelo de la EBC pudiera parecer un concepto ilusionante ante el ciudadano no contento con el capitalismo actual, en realidad no es más que la ingenua idea de un liberal bienintencionado.

Analicemos brevemente algunas de las promesas y de las supuestas bondades de la propuesta:

"La EBC es el pilar de un nuevo sistema económico".

En cualquier mercado, ya sea planificado, libre o mixto, deberían introducirse estas variables que reflejen el comportamiento social de la empresa. Es bueno reivindicar la idea de que la empresa no es un agente para hacer dinero sino para crear un bien social. Lo que no es bueno es creer, o hacer creer, que un sistema se construye a partir de eso. Si obviamos algunas tonterías que propone la EBC y nos quedamos con la idea de incentivar el buen comportamiento de las empresas (algo que en realidad ya se hace: contaminación, contratación de personas discapacitadas...), es evidente que esto debería ser una característica de nuestra economía. Pero de ahí a que la economía se fundamente en eso hay un trecho y mucho alucinógeno.

La EBC no sería el pilar de ningún sistema económico nuevo, sino un parche más al que ya tenemos.

"La EBC es factible".

Vayamos a las empresas grandes, que son a las que realmente nos interesa controlar. Telefónica, ¿qué incentivos tendrá para conseguir una buena puntuación EBC? ¿Cuánto tendrían que bajar las ventas de Telefónica para que no le compensarán los EREs, las externalizaciones o ciertos niveles de explotación?.

En realidad, la idea de corregir el mercado por la vía del consumo responsable no es nueva. Existen webs y campañas contra productos elaborados por empresas utilizan la explotación infantil (Zara, Nike, Disney -sí, Disney-) , o por empresas israelíes (la conocida -entre activistas- campaña BDS de denuncia del apartheid palestino). Sin embargo la efectividad de dichos boicots, si la campaña no va más allá (la de BDS sí lo hace) consigue, como mucho, bajar las ventas un 10%  (en los mejores casos y durante un breve periodo).

Por otro lado, qué tipo de auditoría conseguirá averiguar los niveles de contaminación, la explotación, o algo tan sencillo como el salario -real- de sus directivos que cobran con acciones u otro tipo de especias fuera del ojo del fisco?. Recordemos que las empresas del IBEX 35 no pagan un 29% -antes un 35%- de impuesto sobre beneficios sino -a través de prácticas de evasión fiscal- algo más de un 10%. Las empresas saben muy bien como hacer fraude, y una economía con EBC no sería inmune a ello.

"Si la EBC fuera factible, mejoraría este modelo".

Poco o nada. El modelo es sólo un parche al sistema de libre mercado. Un parche que respeta todo lo demás, incluyendo las relaciones de poder que perpetúa el capitalismo. Sin cambiar esas relaciones de poder, las empresas pueden quitar ese parche sin problemas. No hay más que ver el desmantelamiento actual del Estado del Bienestar. El reformismo es especialmente dependiente de la correlación de fuerzas: en cuando las correlación de fuerzas que permitió poner el parche cambia, las clases dominantes no dudan en tirar los parches a la basura.

"La EBC, al menos, sirve para concienciar".

Hay quien dirá que el modelo, o el concepto, al menos sirve para concienciar a los ciudadanos. ¿Para concienciar de qué? ¿Cuál es la idea que se le mete al ciudadano? Al ciudadano se le dice "el actual modelo de libre mercado es bueno si le ponemos un parche", reforzando la falsa idea de que no hay vida más allá del capitalismo (ni del libre mercado). No cuestiona el libre mercado como dogma. Simplemente dice que la fuerza del consumidor es capaz de hacer cambiar el comportamiento de una empresa. Precioso.

Pero además, si leemos el resumen de la ECB elaborado por sus propios ideólogos, nos encontramos con joyas como esta:

El gobierno tampoco puede tocar los bienes democráticos“,  [...] Bienes democráticos pueden ser: escuelas, universidades, hospitales, empresas de abastecimiento de agua y energía, telecomunicación, transporte público o bancas: la infraestructura básica.

Por lo tanto no, la EBC no conciencia donde tiene que concienciar, e introduce colateralmente algunas ideas muy cuestionables.

En definitiva, a diferencia del reformismo socialdemócrata con el que algunos la comparan, -y además de no ser socialdemócrata sino liberal-, la propuesta de la EBC cae dentro de lo que en el marxismo se conoce muy bien como idealismo, un idealismo que lleva al utopismo: proyectos, como los de aquellos socialistas utópicos (Owen, Fourier, y a veces incluso algunos grupos anarquistas) que creían que las masas aplicarían su idea de tan buena que era, y sin ninguna resistencia por parte del sistema dominante de turno. O como aquel joven filósofo de Dogville que pretendía construir un proyecto moral para su pueblo a base de conferencias a sus paisanos.

La Economía del Bien Común es por lo tanto reformista (los autores lo reconocen), idealista (los autores lo niegan) y liberal (los autores lo obvian).