Divide (España) y vencerás

20.07.2012

España es poder y hegemonía. Poder, en el sentido de fuerza, una fuerza utilizada por un establishment para imponer sus intereses. Hegemonía, en el sentido gramsciano, entendida como la existencia de toda una serie de instituciones de la sociedad civil que naturalizan el orden establecido, consiguiendo el consentimiento de los gobernados ante el ejercicio de poder político de los gobernantes. El reciente libro La Cultura de la Transición hace un buen análisis sobre qué forma tiene y cómo se ha construído esa hegemonía en las últimas décadas.

Durante décadas, las izquierdas federalistas, han intentado rebatir poder y hegemonía dentro de los marcos del Estado español. Pero más de tres décadas de democracia postfranquista prácticamente inamovible deberían servirnos para concluir que España es una herramienta para diestros que la izquierda no puede (no podría) más que manejar torpemente.

Aunque quizás (y digo quizás)  una mayor longevidad de la II Republica podría haber empezado un proceso de deconstrucción, empezando por la nefasta unidad "histórica" de España, el Franquismo, y la Transición como remate,  garantizaron que la herramienta quedara bien forjada.  "Atado y bien atado" fue el último deseo cumplido del dictador.

El yugo falangista, símbolo de la unidad de Castilla y Aragón, es aún la base de la estructura España: un estado-herramienta cuyo funcionamiento se basa en el sometimiento de los pueblos. El federalismo esperaba deshacerse del yugo mediante la sacudida cómplice, siguiendo la analogía, de todos los animales de carga. Sin embargo, la concienciación es muy desigual entre los diferentes pueblos. Dada la dificultad para que todos los pueblos sacudan el cuello a la vez y manden el carro a paseo, parece que la solución más factible para el problema en su conjunto es que los pueblos concienciados se liberen. De esta manera, la pérdida de puntos de apoyo facilitará que el carro caiga para siempre.

La independencia de naciones como la catalana o la vasca no es solo un tema de catalanes y vascos, sino que ayudará también al conjunto de la clase trabajadora de España, que deberá entender que, a veces, la independencia es la mejor vía hacia el internacionalismo.

No olvido, por supuesto, que no es España el único -ni el mayor- instrumento de opresión del capitalismo sobre nuestra clase trabajador. Pero es uno más. Cuanto antes nos libremos de éste, antes (y mejor) nos podermos ocupar de los siguientes.

Mandemos el yugo a paseo, sabemos el secreto hace tiempo: "bon cop de falç".