Ecologismo y mercados: optimización, equilibrios y actos de Fe

13.03.2012

En lo que llevamos de siglo XXI el planeta ha experimentado nueve de los diez años más calientes desde que se tienen registros de temperatura. La temperatura media en 2011, por ejemplo, ha sido 0.51ºC superior a la que teníamos a mitad del siglo XX.

Obsérvese que las temperaturas aumentan especialmente en los polos, lo que indica que no es fruto de una mayor temperatura solar sino del efecto invernadero.

El liberalismo defensor del libre de mercado dice que éste traerá la tecnología necesaria para frenarlo. Es una cuestión de tiempo. ¿Pero lo hará a tiempo? Es curioso que una corriente no religiosa, incluso contraria a ella, haga un acto de Fe (en los mercados) de tal magnitud. Su Fe en la mano invisible es tal que defienden su aplicación desde (el mercado de) la ecología hasta el (mercado de) trabajo. El mercado es aquel intermediador mágico que encuentra el óptimo que usted desee. Sólo dele libre competencia (en el mejor de los casos) y una variable que optimizar. Ya puede ser la pureza del aire, las condiciones de trabajo o la mortalidad infantil en el tercer mundo. El mercado, según la economía neoclásica, lo optimiza todo y a la vez. El envoltorio que le dan a su Fe se llama “Teoría del Equilibrio General”.

A este respecto, Alejandro Nadal, economista marxista mejicano dice:

En ese caso, Daly estaría ignorando que los esfuerzos de la teoría de equilibrio general, la versión más desarrollada de la teoría neoclásica, fracasaron en el intento por demostrar que las fuerzas del mercado conducen a un equilibrio competitivo. Esto es algo que se conoce desde los años sesenta. Pero por si quedaban dudas, en 1974 se dieron a conocer los teoremas de Sonnenschein, Mantel y Debreu, que hundieron el último clavo en el ataúd de la teoría de equilibrio general. Parece que la escuela de la economía ecológica todavía no registra este importante hecho. Pero aún si se quiere evitar entrar en discusiones sobre modelos matemáticos abstractos, baste señalar que existen muchos ejemplos de que el mecanismo de precios flexibles conduce a situaciones altamente inestables. Vaya, para decirlo en una frase, los mercados no poseen un mecanismo auto-regulador que conduzca a un equilibrio. Y, vale la pena recordarlo, la eficiencia en la asignación de recursos de acuerdo con la teoría neoclásica es un atributo de la asignación de equilibrio únicamente (sobre el desequilibrio la teoría neoclásica no tiene nada que decir). Así que eso de que el mercado ha resuelto el problema de la asignación es un desacierto mayúsculo.

Los grandes capitalistas son un atajo de religiosos adoradores irracionales del dios mercado. O, como sus antecesores burgueses, engañabobos que utilizan una religión que no se creen para justificar su saqueo y calmar al pueblo en su penuria con la promesa de un futuro mejor.

El ateismo científico, ¿para cuándo?