Concentración bancaria: una historia de más de 100 años

01.11.2011

"No somos mercancia en manos de políticos y banqueros". Aunque parece un buen eslogan es, sin embargo, falso. Especialmente en cuanto a los banqueros ya que los políticos (los gobiernos, entiéndase) son simples testaferros. En el mejor de los casos testaferros por resignación. En el peor de los casos por convicción.

Somos mercancia en manos de banqueros y cuanto antes lo asumamos antes podremos llevar a cabo las acciones adecuadas para revertir la situación (las relaciónes de producción). El problema, y de lo que creo que aún no somos del todo conscientes, es que esto viene de lejos.

La siguiente gráfica muestra la concentración del poder financiero (bancos) durante los últimos años (EEUU):

Durante los últimos 20 años el capital financiero norteamericano se ha concentrado en una relación de 9 a 1. Pero si tiramos de "hemeroteca" la cosa se vuelve tragicómica. Lenin escribió en 1916 "El imperialismo, fase superior del capitalismo". Se trata de un trabajo de análisis sobre la concentración de capital que se venía dando desde finales del siglo XIX. Es un ensayo con muchos datos y bastante denso para no expertos, pero basta una lectura superficial para darse cuenta que, actualizando números, la esencia es increíblemente vigente. Los cuatro textos siguientes son una pequeña muestra.

De la concentración del poder bancario:

La operación fundamental y primordial de los bancos consiste en servir de intermediarios para los pagos. En relación con ello, los bancos convierten el capital monetario inactivo en activo, esto es, que rinde beneficio; reúnen toda clase de ingresos metálicos y los ponen a disposición de la clase de los capitalistas.

A medida que van desarrollándose los bancos y que va acentuándose su concentración en un número reducido de establecimientos, de modestos intermediarios que eran antes, se convierten en monopolistas omnipotentes que disponen de casi todo el capital monetario de todos los capitalistas y pequeños patronos, así como de la mayor parte de los medios de producción y de las fuentes de materias primas de uno o de varios países. Esta transformación de los numerosos y modestos intermediarios en un puñado de monopolistas constituye uno de los procesos fundamentales de la transformación del capitalismo en imperialismo capitalista, y por esto debemos detenernos, en primer término, en la concentración de los bancos.

En el año económico de 1907 a 1908, los depósitos de todos los bancos anónimos de Alemania que poseían un capital de más de un millón de marcos eran de 7.000 millones de marcos; en el año económico de 1912 a 1913, de 9.800 millones; un aumento de un 40% en cinco años. Además, de esos 2.800 millones de aumento, 2.750 millones correspondían a 57 bancos con un capital de más de 10 millones de marcos.

(...)

Entre el reducido número de bancos que, como consecuencia del proceso de concentración, se queda al frente de toda la economía capitalista, se observa y se acentúa cada día más, como es natural, la tendencia a llegar a un acuerdo monopólico, al trust de los bancos. En los Estados Unidos, no son nueve, sino dos grandes bancos, de los multimillonarios Rockefeller y Morgan, los que dominan sobre un capital de 11.000 millones de marcos.

De las cajas de ahorro:

Las cajas de ahorro (...) se ven obligadas a buscar la manera de colocar de un modo "remunerativo" sus capitales, lanzarse a operaciones sobre las letras de cambio, las hipotecas y otras. Las fronteras existentes entre los bancos y las cajas de ahorro "van desapareciendo cada vez más". Las Cámaras de Comercio de Bochum y de Erfurt, por ejemplo, exigen que se "prohiba" a las cajas de ahorro realizar operaciones "puramente" bancarias (...). Los magnates bancarios temen verse alcanzados por el monopolio del Estado cuando menos lo esperen. Pero, naturalmente, dicho temor no va más allá de los límites de la competencia entre dos jefes de despacho de una misma cancillería, porque de un lado, son de hecho, y al fin y al cabo, esos mismos magnates del capital bancario los que disponen de los miles de millones que constituyen el capital de las cajas de ahorro, y, de otro lado, el monopolio del Estado en la sociedad capitalista no es más que un medio de elevar y asegurar los ingresos de los millonarios que están a punto de quebrar en tal o cual rama de la industria.

De la presión de los bancos a la clase obrera:

En los medios comerciales e industriales se oyen con frecuencia lamentaciones contra el "terrorismo" de los bancos. Y no tiene nada de sorprendente que surjan tales lamentaciones cuando los grandes bancos "mandan" tal como lo demuestra el ejemplo siguiente: El 19 de noviembre de 190l, uno de los bancos berlineses llamados bancos D (el nombre de los cuatro bancos más importantes empieza por la letra D) se dirigió a la administración del "Sindicato del cemento de la Alemania del Norte, del Oeste y del Centro", con la carta siguiente:

"Según la nota publicada por ustedes el 18 del mes actual en el periódico tal, se ve que debemos admitir la posibilidad de que la asamblea general de su sindicato, que debe celebrarse el 30 de este mes, adopte resoluciones susceptibles de determinar en su empresa modificaciones que son inaceptables para nosotros. Por esto, sintiéndolo profundamente, nos vemos obligados a retirarles el crédito de que hasta ahora gozaban. Pero si dicha asamblea general no toma resoluciones inaceptables para nosotros y se nos da garantías a este respecto para lo futuro, estamos dispuestos a entablar negociaciones con el fin de abrir un nuevo crédito".

De los intentos de evitar concentraciones con legislaciones anti-trusts:

He aquí un ejemplo de la impotencia del periodismo burgués, del cual la ciencia burguesa se distingue sólo por una menor franqueza y por la tendencia a velar la esencia de las cosas, a ocultar el bosque tras los árboles. "Asombrarse" de las consecuencias de la concentración, hacer "reproches" al gobierno de la Alemania capitalista o a la "sociedad" capitalista ("nosotros"), temer la "aceleración" de la concentración como consecuencia de la introducción de las acciones, del mismo modo que un especialista alemán en cartels, Tschierschky, teme los trusts norteamericanos y "prefiere" los cartels alemanes, porque, según él, no son tan susceptibles "de acelerar de un modo tan excesivo como los trusts el progreso técnico y económico" [34] , ¿no es todo esto una prueba de impotencia?

Pero los hechos no dejan de ser hechos. En Alemania no hay trusts, sino "solamente" cartels, pero el país está gobernado por no más de 300 magnates del capital, y su número disminuye sin cesar. Los bancos, en todo caso, en todos los países capitalistas, cualquiera que sea la diferencia entre las legislaciones bancarias, intensifican y aceleran enormemente el proceso de concentración del capital y de constitución de monopolios.

La pregunta es dónde acaba todo esto y si podremos pararlo.