Barcelona: la ciudad mentirosa

18.07.2011

Enganchadísimo a este libro, muy instructivo para los que nacimos (casi) con "las rondas puestas":

Barcelona es hoy, como tantas veces antes, una ciudad asediada. Quienes quisieran verla sometida no son ya ejércitos enemigos, ni regímenes políticos que detestan su amor por la vida o su capacidad para generar y albergar mundos, y mucho menos sus cíclicos estallidos de insolencia colectiva. Quien ansía ocupar Barcelona y avasallarla es, hoy, un capitalismo financiero internacional que ha descubierto en el territorio una fuente de enriquecimiento y que aspira a convertir la capital catalana en un artículo de consumo con una sociedad humana dentro. Por supuesto, ése es un fenómeno que afecta a otras muchas ciudades del mundo, todas ellas objeto de recalificaciones masivas al servicio de los intereses de las grandes multinacionales multinacionales; todas ellas víctimas de la codicia de un sistema de mundo al que no le importa deformarlas hasta convertirlas en su propia caricatura o parodia; todas ellas convertidas en grandes máquinas de excluir y expulsar a cualquier habitante o forastero considerado insolvente...

Eso no sería lo que haría singular a Barcelona, en ese contexto general de grandes procesos de transformación urbana en clave gerencial que vemos repetirse aquí y allá de manera parecida. Barcelona forma parte de esa ciudad postindustrial sobre la que tanto se ha escrito y sobre la que apenas hay nada nuevo que decir. Lo que hace sobresalir el caso de Barcelona es la manera en que esas dinámicas globalizadoras han alcanzado el mayor refinamiento en lo que se da en llamar "presentación del producto", consecuencia de un cuidado extraordinario en la puesta en escena de una falsa victoria sobre las patologías urbanas y una engañosa eficacia a la hora de vender -literalmente y a lo largo y ancho del planeta- la imagen de una ciudad paradigma de todos los éxitos concebibles, pero de una ciudad que no existe, ni ha existido nunca, que sólo es esa imagen que de ella vende, un mero decorado, una vitrina, un espejismo tras el que lo que se agitan no son otras muy distintas de las que las políticas de promoción y las campañas publicitarias muestran.

(Extracto de la introducción de La ciudad mentirosa. Fraude y miseria del "modelo Barcelona" de Manuel Delgado)