Controladores: puntos de vista

05.12.2010

Cuentan los viejos del lugar que no hace muchos años, cuando en una fábrica se echaba a un obrero (compañero, dicen ellos) aparecía una marabunta de gente venida de los alrededores para apoyarlo e impedir el despido. En aquellos tiempos aún se recordaba la consigna "Obrero despedido, patrón colgado". Ha llovido mucho desde entonces. La sociedad ha ido evolucionando e involucionando simultáneamente, como siempre lo ha hecho, hasta llegar a donde estamos ahora, un punto donde lo que antes eran personas ahora son recursos, lo que antes era trabajo ahora es consumo, donde lo que antes eran derechos ahora son -empiezan a ser- a ser privilegios, y lo que antes era solidaridad -obrera- ahora es competitividad y sálvese quien pueda.

Como parte -causa o consecuencia- de este cambio, la clase trabajadora ha adquirido un virus de inmunodeficiencia que la hace atacar sus propias defensas. Fruto de este virus la sociedad queda expuesta a simples gripes estacionarias, y la gripe de este año la ha inyectado con nocturnidad, prevaricación y alevosía, un experto virólogo: José Blanco.

Si la cosa es como parece, el asunto de los controladores quedará para los anales del maquiavelismo político y la manipulación de masas. Con un bombardeo constante sobre el increíble supuesto salario de los controladores y una población mayormente sin cultura de lucha sindical, se culpa a los controladores de patalear por mantener, o incrementar, unos supuestos privilegios que los elevan mágicamente a una clase social superior, alejada de la clase trabajadora. De la misma chistera que se sacó la clase política, ahora se saca la clase controladora, otrora trabajadores con un buen puesto. Al garete las eternas discusiones entre marxistas y weberistas. Ahora las clases sociales se dividen en lumpen (llamados putas, drogadictos, sin techo, e inmigrantes), clase media, ricos, clase política y clase controladora.

Privilegiados, privilegiados, privilegados. Doscientos mil, doscientos mil , doscientos mil. Al más puro estilo Goebbeliano, la mentira repetida mil veces se ha convertido en verdad. Y la gente, que aún teniendo los medios para contrastar, sigue en la comodidad del no pensar. Ya no se les llama compañeros, a los controladores les llama hijos de puta. Hijos de puta porque, en la lucha por la defensa de un convenio colectivo constantemente violado, en la lucha por la defensa de sus derechos como trabajadores, han dejado a 60.000 trabajadores sin su derecho como consumidores. Y es que en un país al borde de la quiebra con un 20% de paro y más de un 60% de mileuristas la preocupación principal, la vaca sagrada sagrada, no es el Estatuto de los Trabajadores sino el puente de la Constitución.

Cualquiera que se haya molestado en sospechar de la versión oficial y de la ausencia de la versión de la otra parte, habrá podido comprobar con una simple búsqueda en Google que no es privilegio todo lo que reluce. Y para que nadie diga que es dificil encontrarlos, aquí van algunos ejemplos.

1. No controles
2. A ver si nos entendemos
3. Actividad y descanso

A mí me da que pensar, e independiente de que la mayoría de los controladoes probablemente no sean precisamente de mi cuerda política, y de que su sindicato no haya estado donde tenía que estar en la huelga del 29-S, si defienden su convenio, para mi es sagrado. Otros sólo defienden sus vacaciones.

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